El póker como argumento cinematográfico, ha dado grandes satisfacciones a la cinefilia de los espectadores. “Rounders” o “El rey del juego” de Norman Jewison, con Steve McQueen y Ann Margret, son los que vienen a la memoria. Pero, en este film del colombiano Juan Sebastián Valencia, “Poker”, el rey del juego (¿las cartas o los tahúres?), no generan suspenso alguno.
La película respecto a las cuestiones de interés sobre un juego de póker como: el ímpetu de la venganza, los por qué de la ambición, los rostros petrificados, la defensa del honor o la carta que puede cambiar el ritmo de la historia; brillan por su ausencia, pues el relato a través de continuos flash back, sólo se inmiscuye en el pasado de todos los que están frente a la mesa con falsas sonrisas: Rafael, Santiago y Enrique (Rafael Novoa), un miliciano en desventura ante la fatalidad de su familia. En medio de estos señores, también tropezamos con la vida de Camila (Angélica Prieto), la talladora.
La película respecto a las cuestiones de interés sobre un juego de póker como: el ímpetu de la venganza, los por qué de la ambición, los rostros petrificados, la defensa del honor o la carta que puede cambiar el ritmo de la historia; brillan por su ausencia, pues el relato a través de continuos flash back, sólo se inmiscuye en el pasado de todos los que están frente a la mesa con falsas sonrisas: Rafael, Santiago y Enrique (Rafael Novoa), un miliciano en desventura ante la fatalidad de su familia. En medio de estos señores, también tropezamos con la vida de Camila (Angélica Prieto), la talladora.
Cargada pues la puesta en escena de primeros planos, los elementos melodramáticos no cumplen las expectativas del por qué están reunidos. La tensión, los nervios, saber ocultar la jugada propia, todos los elementos del juego no están bien retratados en este film, ya que el abrupto rompimiento del presente al pasado de los jugadores, no lo permite. Y esto es la desventaja para un hilo conductor, pues la historia acaba bien pronto.
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