Este film bien lo podríamos titular “Augusto y sus dos mujeres”, para hablarnos del amor compartido. Y es que cuando las dos mujeres se encuentran, bien cabe la reflexión de a quien amó más, el difunto Augusto. De todas formas, al margen de esta consideración moral, el film en clave de comedia negra, plantea la madurez de las almas en tiempos de infidelidad y muerte.
Su director Carnevale, nunca ajeno a su discurso y poética (“Anita”, “Elsa y Fred”), aplica con una Graciela Borges siempre llena de gracia y amor, con unos diálogos diáfanos para una mujer madura, en un roll de dama adulta.
Su director Carnevale, nunca ajeno a su discurso y poética (“Anita”, “Elsa y Fred”), aplica con una Graciela Borges siempre llena de gracia y amor, con unos diálogos diáfanos para una mujer madura, en un roll de dama adulta.
Y es que ya lo expresa el escritor japonés Kawabata en algunos de sus libros como intertexto: La edad del hombre son los años de la mujer que ama” —entiéndase Esther (Rita Cortese) —. Y punto.
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