por Gonzalo Restrepo Sánchez
Hay que decir que el director de cine colombiano Andrés Baiz es de ese grupo de cineastas colombianos realmente interesantes. Respecto a este, su reciente film, podemos decir que si bien hoy día no resulta fácil recrear la Bogotá de los años cuarentas, la producción se atreve a contarnos una historia que dividió a Colombia en un antes y un después.
Esto (la Bogotá de los años cuarentas), sin lugar a dudas es un elemento importante, que obligó quizá a una puesta en escena muy meticulosa, sobre todo cuando no hay un presupuesto suficiente para la dirección de arte en exteriores, y, que si bien luce válida, las lentes y las distancias focales, contextualizan una profundidad de campo en casi todo el film que no permiten visionar mucho el espacio filmado.
Aunque lo anterior no resta mérito a una cinta que desmitifica a Juan Roa Sierra como el asesino del gran caudillo colombiano Jorge Eliécer Gaitán, podemos significar que el guión debió ser cuidadoso en los diálogos (Yo creo que los bogotanos de los años cuarentas no decían: ¡Me importa un culo!).
De todas formas con un ritmo pausado y sin ser una crónica judicial, en el último tercio de la cinta, vemos una dirección correcta y con el sentimiento de aquellos films (y es precisamente el plus del film de Baiz) que con templada trama, su mayor acierto radica precisamente en su tono adusto, huraño, incómodo; aunque sin hastío y sin diseccionar un terrible asesinato (sobre todo cuando conocemos de antemano lo ocurrido).
1 comentario:
Gracias por pasarte Oz, un placer recibirte. Ahora voy a mirar tu blog. Saludos.
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