por Daniel Bermeo
De que el cine ecuatoriano ha tomado un fuerte impulso en
los últimos años es una realidad que no se puede tapar con un solo dedo. Ya
atrás quedaron los años en los que solamente un par de films eran producidos
anualmente y uno que otro lograba obtener un éxito moderado. Desde hace unos
cinco o seis años la industria cinematográfica ecuatoriana ha recibido un gran
empuje y ahora cada vez más se abren puertas, ventanas o caminos para que las
diferentes propuestas pueden llegar a tener luz. Esto ha pasado con la reciente
película de Javier Andrade "Mejor no hablar (de ciertas cosas)", obra
nacida y creada en territorio costero del Ecuador que ha recibido halagos
internacionalmente y fue la representante de este país en los premios Oscar del
2014.
La película se centra en la vida de Paco Chávez quien lleva
una vida decadente y encantadora en la costa del Ecuador. Esa vida la impulsan
las drogas y el romance eterno e ilícito que tiene con Lucía, su novia del
colegio, ahora casada con otro hombre. Una noche, Paco y su hermano menor Luis,
un músico de punk fuera de control, entran a la casa de sus padres para robarse
un caballo de porcelana para empeñarlo y conseguir drogas. Su padre los
descubre y se arma una pelea violenta en la que todo el mundo pierde los
cabales. Las consecuencias de esa pelea perseguirán a los hermanos para siempre
y cambiarán la vida de todos a su alrededor.
Las consecuencias de una noche frenética dirigidas por los
impulsos de conseguir placer a base de lo ilegal serán gigantescas para dos
hermanos nacidos y criados en el pudor de una familia aristocrática de Ecuador.
Andrade en su película nos sumerge a una odisea de emociones intensas, capaces
de atrapar con mucho énfasis lo que se cuenta en este crudo relato. "Mejor
no hablar de ciertas cosas" es una película dotada de vida y mucha
realidad, una realidad que aqueja y se siente hiriente, que palpita sudor y
miedo a borbotones, un miedo a lo desconocido, un miedo a la aventura, un miedo
a experimentar los sueños, un miedo a las realidades que se crean aunque no se
las desee. En la película Paco nos va narrando su vida y cómo ha llegado a un
punto culminante en el que todo a su alrededor es una fachada de lo que nunca
soñó. Nos cuenta cómo su familia vive de las apariencias mientras él y su
hermano se hunden en el vicio, la corrupción y problemas de distinto índole. El
film habla de relaciones familiares quebrantadas donde la búsqueda por la
imagen y la estética predomina antes que los propios valores. Para ello somos
invitados a contemplar el destino de los dos hermanos (el otro se llama Luis)
tras la muerte de su progenitor. Paco se hunde en la depresión y pese a obtener
algo que siempre quiso (su unión y convivencia con el amor de su vida) se ve
pronto atrapado en un mundo en el que reconoce no saber a dónde ir. Paco no
tiene nada claro, vive a la deriva. Luis, por su parte, es todo lo contrario.
Tiene determinación, tiene sueños, y lucha por cumplirlos aunque las maneras no
sean los mejores. Es impulsivo, sí, y muy desarmado. Descontrolado, egoísta,
mal hablado y destructor. Son de personalidades opuestas y Andrade trata de
hacernos comprender y matizar la importancia de esto.
"Mejor no hablar (de ciertas cosas)" también
retrata otros tipos de males de la sociedad contemporánea en el país, donde la
corrupción ligada a la delincuencia son casi pan de cada día. Lo notable de
este punto es que su director lo envuelve en una interesante capa que logra no
palpar la manipulación en ningún momento. También la música cobra vital
importancia (aunque a veces pareciera exagerada y estirada en demasía) dotando
de músculo a una cinta donde las letras acompañadas de la melodía saben a
gloria. La música se transforma en ese consuelo vital a almas ahondadas en el
delirio y la melancolía. Andrade opta por diversos ritmos sin centrarse en un
mundo especial. Retuerce a la audiencia sumergiéndola en los compases de las
guitarras, ya sean tocando punk o algún bolero interesante.
Si de algo hay que culpar a la película es de ciertas
irregularidades a la hora de conectar todo; llega un momento en el que existe
la sensación de relleno (ya lo advertía arriba) y eso provoca una desconexión a
una propuesta interesante. Con ello no indico que la película se vaya a pique,
no, pero es un problema evitable. Ciertas obviedades también saltan a la
palestra cuando deberían no profundizarse. Sufro un poco (en el no tan buen
sentido de la palabra) con ciertas historias que no terminan de llegarme del
todo una vez dado el mayor punto de inflexión, y esto quizás ocasionado por la
incapacidad de ciertos intérpretes de conseguir que sus personajes trasciendan
sobre sus ¿mal dibujados? personajes. Victor Aráuz es la mayor sorpresa del
trabajo actoral, su actuación es deslumbrante, y aunque está ayudado porque su
personaje es el mejor descrito de todos, consigue lo que se propone.
Luego está el desenlace que da para mucho tipo de polémica, pero pese a ello y lo que se pueda decir o criticar debo decir que me parece interesante el tono del mismo, creo que se percibe cierta sátira al mundillo político y la manera de rodarse es notable. Digo, el film se permite ciertas "licencias" para llegar a este final, se notas ciertas costuras, pero aun con ello, resulta ampliamente confortante.
Luego está el desenlace que da para mucho tipo de polémica, pero pese a ello y lo que se pueda decir o criticar debo decir que me parece interesante el tono del mismo, creo que se percibe cierta sátira al mundillo político y la manera de rodarse es notable. Digo, el film se permite ciertas "licencias" para llegar a este final, se notas ciertas costuras, pero aun con ello, resulta ampliamente confortante.
La fotografía recurre mucho a colores opacos, dándole
importancia a la opacidad de la vida de sus personajes, aunque cobra vida en
los momentos más enérgicos (conciertos, fiestas). Destacar además un buen
trabajo de montaje. Mejor no hablar de ciertas cosas se expresa como una
película que desafía lo establecido. Destaca su introspección con cierto tono
satírico a la alta sociedad ecuatoriana. Su final, quizás demasiado extraño
para algunos, incluso ridículo, refuerza esa sensación. Habría que verla para
comprobarlo en definitiva.
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