“Paseando a la señora Gloria”, bien podría parafrasearse esta buena historia de Juan Manuel Jusid. La relación entre un chofer” (asesino) y la señora Gloría (una anciana diva del cine con una enferma terminal), es una trama que embulle los intereses de uno y otro, no en relación con ellos, debido a las distantes realidades de ambos y sus propias vicisitudes, sino a sus deudas interiores con su pasado y por supuesto el presente.
Si bien el film adquiere los ribetes de thriller por la intriga que se entreteje en Carlos, por el lado de señora, el film nos ofrece una fresca dosis de melodrama con algunas confidencias de parte y parte. Sí, lo digo así, ya que (como dicen en una conversación) “encontrar a un amigo cuando menos se espera”, puede ser válido para ella. Algo que él naturalmente no siente, pero, si bien la amistad no existe para el hombre asesino, sí momentos de amistad.
Si bien el film adquiere los ribetes de thriller por la intriga que se entreteje en Carlos, por el lado de señora, el film nos ofrece una fresca dosis de melodrama con algunas confidencias de parte y parte. Sí, lo digo así, ya que (como dicen en una conversación) “encontrar a un amigo cuando menos se espera”, puede ser válido para ella. Algo que él naturalmente no siente, pero, si bien la amistad no existe para el hombre asesino, sí momentos de amistad.
El film también rinde un homenaje a la actriz Isabel Sarli (Gloria en la cinta), una de las pioneras del cine erótico argentino (“Éxtasis tropical”). Esta veterana actriz y vedette es evocada como ella misma, en sus épocas de esplendor y juventud. Escenas donde ella misma, confronta su pasado y presente. ¡No hay deudas que saldar! Aunque la película está dedicada a Armando Bó (el director que le filmó las escenas eróticas).
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