domingo, 3 de febrero de 2008

Perfil: Glauber Rocha



Glauber Pedro de Andrade Rocha nació en 1938 en Vitória da Conquista, perteneciente al Estado de Bahía brasileño, cuando contaba con nueve años de edad se trasladó junto a su familia a Salvador de Bahía. Ya en su adolescencia, Rocha se interesó por las expresiones artísticas, sobre todo el teatro y el cine.


Un poco más adelante comenzó a trabajar en un periódico local y después como crítico cinematográfico. Tras filmar su primer cortometraje, Pátio, y dada la buena acogida en los medios especializados, decidió dejar los estudios y dedicarse plenamente al periodismo y a la dirección de cine. A los 25 años filmó su película más famosa, la primera parte de una trilogía que le dió a conocer, Dios y el Diablo en la tierra del sol, nominada en 1964 al León de Oro del Festival de Cannes, premio que no pudo ganar pero provocó un gran éxito de crítica siendo considerada una de las mejores películas brasileñas de todos los tiempos. A esta película la siguieron Tierra en trance y Antonio Das Mortes, todas ellas cargadas de un fuerte contenido político ya que Rocha era muy activo en aquel sentido y perteneciente al Cinema Novo, grupo de cinestas comprometidos con la situación actual en ese momento de su país así como con su pasado histórico, influencia que ha llegado hasta nuestros días con películas como Estación Central de Brasil o Ciudad de Dios.


Durante el periodo más duro del regimen dictatorial brasileño, Rocha decidió exiliarse voluntariamente viviendo en lugares diversos como Cuba, Italia, Chile, España o Portugal, entre muchos otros. En 1970 realizó en España la película Cabezas cortadas protagonizada por Franciso Rabal y más adelante, después de otros proyectos, el documental História do Brasil a caballo entre Cuba y Roma y finalizado en París. Tras este documental realizó un corto y otro documental antes de acometer el que sería su último proyecto cinematográfico, La edad de la tierra estrenada en 1980 y que significó una fuerte decepción para él debido a la incomprensión demostrada por la crítica en esta cinta en la que Rocha se entregó a la causa tercermundista.


El 22 de agosto de 1981, con tan sólo 43 años cumplidos, Glauber Rocha moría en la clínica Bambina de Botafogo, en Río de Janeiro, a consecuencia de una bronconeumonía, dejando un gran legado en forma de películas aclamadas tanto en su vertiente política como en la artística.

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