jueves, 19 de julio de 2012

La crítica de Gonzalo: Memoria de mis putas tristes

por Gonzalo Restrepo Sánchez


Cuando usted lee el libro de García Márquez, que da origen a este análisis, se puede concluir que la idea madre del libro es que la edad del hombre son los años de la mujer que ama. En un artículo mío para El Heraldo de Barranquilla, Colombia, asociaba además al escritor del Caribe colombiano y el autor japonés Kawabata, ya que Gabo lo cita al comienzo del libro, respecto a esa relación de la vejez y la juventud en el sexo.
En ese contexto escribía: “De manera pues que Gabo y Kawabata no esconden esta verdad (soledad y juventud) en un lenguaje hermoso y sobre todo cuando uno se deja llevar por el texto y se sincroniza: O no es verdad aquella llamada muda que surgida en la base de la soledad, nos hace pensar: ¿Cuánto tiempo perdido?... ¡Lo vivido de aquella manera! Recordemos a modo de ejemplo cuando Rosa Cabarcas le dice al anciano: No hay peor desgracia que morir solo.
Pero en esta adaptación perfecta en diálogos y situaciones del guionista Jean-Claude Carrière, ocurre algo todavía más hermoso respecto a “a idea madre del libro”, y es que el relato fílmico además enfatiza (escuchada en una frase) que “la vida es triste si no la vivimos con una ilusión”, o “La vida es justa”, como contrapone Casilda. También la película plantea y de eso se trata, que el mundo está lleno de esos seres fragmentarios que andan en dos pies y no degradan el único misterio que les queda: El sexo” (parafraseando al escritor inglés David Herbert, pero como antítesis a su apotegma.

De manera que el cineasta Henning Carlsen, logra transitar por la vida del “sabio anciano”(Emilio Echavarría), cuando a su alrededor giran tres mujeres: Rosa Cabarcas (Geraldine Chaplin), Casilda Armenta (Ángela Molina) y Delgadina (Alejandra Barros). Es ahí donde se expresan además las obsesiones garcimarquianas (la soledad, las cartas, los enfermos de amor, etc.). No es pues un film lleno de escenas de sexo, si no de escenas metonímicas sobre la soledad y del alcance y goce de la mujer como en “El amor en los tiempos del cólera”, y de cuya película escribí (e igual afirmación para este reciente film garciamarquiano): “…ya que hablamos de personajes femeninos, que mas de un espectador apelará a cualquiera de de las mujeres en El amor en los tiempos del cólera, capaces de pasar de lo coloquial a lo conmovedor o de lo coloquial a lo profano; en el sentido de recordar, un ansioso envite, ciñéndose pura y exclusivamente a los cuerpos desnudos de una mujer, que la vida nos puso en el camino. Y es que en el universo garciamarquiano: las relaciones entre jóvenes incendiadas de amor y un adulto, mitigando la pasión que infecta sus sueños, se puede leer en muchas de sus obras”.

4 comentarios:

. dijo...

Simplemente me pareció malísima. Sin rescatar nada, leí la novela. No logró convencerme, me aburrió tanto que casi ni termino de verla. Una lastima.

Saludos.

Daniel Gálvez dijo...

Pues yo aún no la he visto, así que no puedo opinar pero la verdad es que le tengo muchas ganas, tanto por el libro como por que sale Damian Alcazar, uno de mis actores favoritos. Saludos.

Anónimo dijo...

La película es un canto a lo vital , independientemente de la edad física , un canto a la emoción, al sentimiento, a la ilusión. Me ha encantado.

Anónimo dijo...

Una gran historia ARRUINADA por la estupida moral anglosajona, la historia habla de un anciano que se enamora de una muchacha de 14 años y para representar a la muchacha estos "inteligentes y moralistas" cineastas decidieron usar a una actriz de + 40 años, en fin solo con este detalle la pelicula se convierte en una destruccion del argumento principal y un bodrio absoluto para mantener la actual doble moral de llamar niños a los adolescentes y evitar ni por asomo representar una situacion donde un adolescente se pueda enamorar de un adulto, porque AHORA resulta que en el amor no hay sexo pero si hay EDAD.

Cosas veredes sancho...