El director mexicano José Luis Gutiérrez ("Todos los días son tuyos") y el guionista y productor Mikel Garcia Bilbao están detrás de la tercera adaptación al cine de la popular novela del escritor y periodista franquista español José María Sánchez Silva "Marcelino pan y vino", que avivó la fé católica de varias generaciones de niños hispanos y de todo el mundo. La principal novedad que aporta el film, en salas mexicanas desde el próximo viernes, es convertir el trasfondo geográfico e histórico de la obra original a un siglo después, en el México de la Revolución.
En esta nueva versión, un niño es abandonado a las puertas de un monasterio de frailes franciscanos, quienes, sin poder darlo en adopción, deciden criarlo ellos mismos. Cuando crece, Marcelino, obsesionado por encontrar a su madre, entabla una especial relación con un cristo crucificado que descansa en un desván, al que lleva pan y vino creyéndolo vivo.
"Marcelino pan y vino" fue uno de los grandes éxitos del cine español bajo la dictadura de Franco, dirigido en 1955 por Ladislao Vajda, premiado en Berlín y Cannes y ampliamente distribuído por numerosos países. Convirtió en estrella a su infantil protagonista, Pablito Calvo. Menos suerte tuvo su primer "remake", llevado a cabo en coproducción italo-española por el veterano Luigi Comencini en 1991. Los tiempos eran otros bien distintos y el catolicismo ya no era "comercial".
El papel de Calvo ha sido asumido en esta ocasión por el pequeño Mark Hernández, seleccionado entre numerosos candidatos, y cuya única experiencia actoral previa fue en comerciales para televisión. A su lado están conocidas figuras nacionales como Alejandro Tommasi, Teresa Ruiz, Gaston Peterson, Jorge Lavat, Waldo Facco, Justo Rodriguez y Angeles Cruz.
El director José Luis Gutiérrez Arias quiso retratar este melodrama en un tono realista, muy cercano a un naturalismo crudo de quienes vivieron en carne propia esta cruenta guerra civil que fue la Revolución Mexicana. Sin embargo, esto sólo será el marco de una tierna historia que se desarrolla en su mayor parte al interior de una ermita franciscana. Una petición suya fue que se adaptara rigurosamente, hasta ser posible, el retrato de la forma de vida de los religiosos franciscanos de esa época y en este país, sin perder la empatía del público con los personajes: los Frailes, Hermanos y el Padre Guardián; y de la forma en que estos hombres criarían y educarían a un bebé abandonado a las puertas de su convento.
El cineasta mexicano dijo a Notimex que a pesar de pretender homenajear al film original de Vajda, lo ha convertido en "un melodrama muy mexicano, porque al situarla en tiempos de la Revolución y matizar a los personajes con rasgos y diálogos mexicanos, se proyecta una misma historia, pero con otro trato, que la hace distinta a la original".
En opinión de Gutiérrez, "el cine mexicano se está abriendo a un abanico de posibilidades de llevar propuestas familiares como ésta, que en realidad ha estado abandonado. No sé por qué los productores no ven a la familia como un público idóneo para darle este tipo de historias como "Marcelino pan y vino", que cuidé mucho para que no cayera en la ñoñería".
En esta nueva versión, un niño es abandonado a las puertas de un monasterio de frailes franciscanos, quienes, sin poder darlo en adopción, deciden criarlo ellos mismos. Cuando crece, Marcelino, obsesionado por encontrar a su madre, entabla una especial relación con un cristo crucificado que descansa en un desván, al que lleva pan y vino creyéndolo vivo.
"Marcelino pan y vino" fue uno de los grandes éxitos del cine español bajo la dictadura de Franco, dirigido en 1955 por Ladislao Vajda, premiado en Berlín y Cannes y ampliamente distribuído por numerosos países. Convirtió en estrella a su infantil protagonista, Pablito Calvo. Menos suerte tuvo su primer "remake", llevado a cabo en coproducción italo-española por el veterano Luigi Comencini en 1991. Los tiempos eran otros bien distintos y el catolicismo ya no era "comercial".
El papel de Calvo ha sido asumido en esta ocasión por el pequeño Mark Hernández, seleccionado entre numerosos candidatos, y cuya única experiencia actoral previa fue en comerciales para televisión. A su lado están conocidas figuras nacionales como Alejandro Tommasi, Teresa Ruiz, Gaston Peterson, Jorge Lavat, Waldo Facco, Justo Rodriguez y Angeles Cruz.
El director José Luis Gutiérrez Arias quiso retratar este melodrama en un tono realista, muy cercano a un naturalismo crudo de quienes vivieron en carne propia esta cruenta guerra civil que fue la Revolución Mexicana. Sin embargo, esto sólo será el marco de una tierna historia que se desarrolla en su mayor parte al interior de una ermita franciscana. Una petición suya fue que se adaptara rigurosamente, hasta ser posible, el retrato de la forma de vida de los religiosos franciscanos de esa época y en este país, sin perder la empatía del público con los personajes: los Frailes, Hermanos y el Padre Guardián; y de la forma en que estos hombres criarían y educarían a un bebé abandonado a las puertas de su convento.
El cineasta mexicano dijo a Notimex que a pesar de pretender homenajear al film original de Vajda, lo ha convertido en "un melodrama muy mexicano, porque al situarla en tiempos de la Revolución y matizar a los personajes con rasgos y diálogos mexicanos, se proyecta una misma historia, pero con otro trato, que la hace distinta a la original".
En opinión de Gutiérrez, "el cine mexicano se está abriendo a un abanico de posibilidades de llevar propuestas familiares como ésta, que en realidad ha estado abandonado. No sé por qué los productores no ven a la familia como un público idóneo para darle este tipo de historias como "Marcelino pan y vino", que cuidé mucho para que no cayera en la ñoñería".
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